Cuando llega el calor, los chicos se enamoran… y también se quitan capas, se desabrochan los botones de la camisa y, a veces, pierden el criterio en el proceso.
Porque sí, el verano invita a relajarse, pero tampoco es cuestión de dejar la estética en modo vacaciones permanentes. El reto está en disfrutar del sol, los planes improvisados y el terraceo infinito sin que el estilo se derrita con el asfalto.
Y es que el verano tiene su propio ritmo: los días se alargan, los planes se multiplican y el calor se convierte en parte del vestuario.
Pero, con un poco de intención, es posible pasar del chiringuito a una cena elegante, salir a cenar en una noche cálida o recorrer la ciudad de punta a punta sin acabar como un cuadro impresionista.
Por eso, aquí van algunas claves prácticas e inspiradoras para mantener el tipo en los planes más típicos de esta temporada.
Del bañador al chiringuito: claves para una transición con estilo
No hace falta complicarse. Después de una jornada de playa, nadie espera que salgas vestido como si fueras a una gala, pero atento a la transición.
Opta por una camisa de lino, abierta o ligeramente remangada, que combinará a la perfección con un bañador neutro o de estampado discreto. En cuanto a los zapatos, las alpargatas de tela o las sandalias de cuero, según el contexto, te aportarán un punto relajado pero cuidado.
Y si sumas algún accesorio sutil, como unas gafas con personalidad o un pañuelo ligero anudado con naturalidad, elevarás el conjunto sin perder frescura.
Cenas con temperaturas altas: vestir sin perder la compostura
Salir a cenar en verano a una terraza es uno de esos placeres que siempre apetece. Pero también plantea dudas sobre cómo acertar sin acabar con la camisa pegada o sintiéndote fuera de lugar.
La respuesta está en el equilibrio. Los tejidos naturales y los cortes relajados serán tus mayores aliados: linos, algodones ligeros, popelinas suaves son cómodos y vistosos, y mejor si son en colores claros o neutros que reflejen el calor.
Escoge una camisa bien estructurada, un pantalón fluido con pinzas y zapatos cómodos, pero con forma, como unos mocasines, para crear una base perfecta.
¿Y la corbata? Aunque parezca arriesgado, una de lino o de mezcla natural, en tonos frescos, funciona muy bien si el conjunto es ligero. Llévala suelta, con un nudo discreto, y desabrocha el primer botón si el ambiente lo permite. Sutileza ante todo.
Días largos, planes encadenados: vestir con versatilidad
Lo mejor de los días de verano es que están abiertos a la improvisación. Un desayuno largo que se convierte en paseo, terrazas improvisadas, planes inesperados… Por eso conviene tener un conjunto pensado que sea tan cómo como funcional.
Aquí manda la versatilidad: unos chinos frescos (algo más cortos si el entorno lo permite), una camisa con textura ligera y una chaqueta desestructurada que puedas quitarte cuando el calor apriete.
Los accesorios, como siempre, hacen que todo encaje: un cinturón trenzado de cuero para dar estructura, unas gafas de líneas limpias o incluso una corbata slim de lino o algodón complementarán tu conjunto a la perfección si surge un evento más formal.
Si buscas inspiración para un look semiformal sin caer en el traje completo, piensa en capas ligeras, texturas con intención y prendas que puedas combinar entre sí sin parecer que lo pensaste demasiado.


Verano y elegancia sí van de la mano
Vestir bien en verano no tiene por qué ser incómodo ni forzado. Al contrario, es la excusa perfecta para mostrar una versión más relajada y refinada de ti mismo.
Basta con elegir bien las prendas, pensar en los tejidos y no descuidar los detalles. No se trata de impresionar, sino de demostrar que incluso cuando todo invita a lo informal, hay formas de mantener la coherencia estética.
Porque sí: la elegancia también sabe adaptarse al calor. Y cuando lo hace bien, no solo se nota… se agradece.

