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Ni disfrazado ni invisible: cómo vestir sin drama en una boda

Ya es oficial: con la llegada del buen tiempo, abres Instagram y todo lo que ves son bodas. Y aunque parezca que ya lo hemos visto todo —montañas de copas de champagne, “Será perche ti amo” a todo volumen, el emotivo baile padre-hija con lagrimilla incluida —, si alguna boda asuma en tu agenda, seguramente te rondará la clásica pregunta: “¿Qué me pongo esta vez?”.

Porque sí, lo importante es celebrar el amor, disfrutar y brindar… pero seamos sinceros: uno disfruta más cuando se siente cómodo, seguro y bien vestido. Y ahí es donde empieza el reto.

Acertar con el look en una boda puede parecer más difícil que encontrar tu mesa en el banquete. ¿Es de día o de tarde? ¿Formal o relajada? ¿En la playa, en una finca, en una ermita o en el restaurante de moda con cóctel infinito? El protocolo lo dictan los novios, pero el estilo lo pones tú.

Así que no, no hace falta parecer el primo lejano que ha heredado un traje del 2009 ni el invitado que confunde el evento con una gala de alfombra roja.

Por eso, aquí te damos las claves para acertar sin parecer un extra en la boda de otro.

Una corbata para cada “sí, quiero”

Sabemos que no hay dos bodas iguales, pero hay algunos patrones que se repiten. Vamos a ver combinaciones posibles para distintos tipos de enlace, con ideas claras y fáciles de aplicar:

Boda de día

La luz natural pide frescura, así que los tonos claros como el coral, verde, beige, gris claro o azul cielo son tus aliados. En cuanto al traje, uno de mezcla de algodón funciona muy bien si la boda es al aire libre. ¿Y la corbata? Busca un modelo de textura ligera (como las corbatas de algodón panamá o seda estampada) en en colores como verde salvia o terracota

Acompáñalo con una camisa blanca o azul cielo y unos mocasines o zapatos de cordón, preferentemente en tono marrón claro.

Para añadir personalidad sin desentonar, ten presente cómo combina la corbata que escojas con la camisa.

Boda de tarde/noche

Aquí entramos en terreno más formal. El traje oscuro (marino, gris marengo o incluso negro si la boda lo permite) es la norma. Y la corbata de seda su mejor +1: estampado sutil, fondo sobrio y textura elegante.

En este caso, acompaña el traje de una camisa blanca impecable, corbata en tono burdeos con un pequeño dibujo geométrico, unos zapatos Oxford negros y un pañuelo, pero no caigas en repetir el mismo estampado.

Si eres testigo o llevas chaleco, cuida que la corbata armonice en color y tejido. Un error frecuente es sobrecargar el conjunto o llevar una corbata que pase desapercibida. Aquí, una corbata de 5 pliegues será una elección redonda por su cuerpo y caída.

Boda informal o temática

Este es el terreno del “¿Y esto cómo se interpreta?”. Playa, campo, bodas tipo brunch…hemos visto de todo. En estos casos, el protocolo suele ser más flexible, pero eso no significa necesariamente que debas vestirte como si fueses al chiringuito. La clave está en lograr naturalidad sin caer en lo desaliñado.

Para estos eventos, te recomendamos un traje de lino o pantalón de pinzas claro, combinado con una americana de algodón y una camisa con cuello italiano. Combínalo con una corbata tipo knit en color vivo o con estampado divertido y con unos zapatos con suela de esparto.

Este tipo de eventos te permite jugar con texturas y colores, pero siempre con elegancia.

Elegancia y humor: porque en las bodas también se viene a disfrutar

Una boda es también ese momento donde todos tenemos que sobrevivir al típico tío que lleva pajarita con camisa de botones abiertos hasta el esternón, al amigo que aparece con deportivas «porque ya son de vestir» o al que combina rayas, cuadros y lunares como si fuera un homenaje a la Feria de Abril.

Pero más allá del chiste, hay una verdad universal: quien se siente bien con lo que lleva, disfruta más. Vestir con estilo no es disfrazarse, es sentirse a gusto con una versión más cuidada de uno mismo. Y eso es algo defiende en cada uno de los accesorios: elegancia sin exceso, diseño al servicio de lo esencial.

Prepararse bien también es parte de la celebración

Ir bien vestido a una boda no tiene por qué ser complicado, pero sí requiere intención. Tómate tu tiempo, elige prendas que encajen contigo y que hablen el mismo idioma que el evento. El traje es solo el lienzo; la corbata, los zapatos, el pañuelo… esos son los trazos que dibujan tu presencia.

Y, sobre todo, no seas un invitado de compromiso. Sé mejor uno con estilo, carácter y personalidad. Que cuando salgas en la foto del grupo, nadie tenga que preguntar “¿y ese quién era?”. Que se note que estuviste allí… con elegancia.

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