Estilo

Lo que tu corbata dice de ti (aunque no lo sepas)

Dicen que “la ropa no hace al hombre”, pero lo cierto es que lo viste, lo enmarca y, en muchos casos, también lo define. Y dentro de ese universo de tejidos, patrones y costuras, la corbata, lo queramos o no, habla por sí sola.

No hablamos de un accesorio. Es más bien ese toque que revela tu estilo, actitud, personalidad o incluso estado de ánimo. Porque, ¿acaso no es distinta la elección de una corbata de seda granate para una reunión importante que la de una corbata estampada para una cena con amigos?

Hoy nos adentramos en el lenguaje silencioso de las corbatas. Te sorprenderá descubrir todo lo que una simple pieza de tela puede contar de ti.

El color: cuando el tono dicta el tono

“Vestirse es una forma de vida”, decía Yves Saint Laurent. Y dentro de ese ritual diario, el color que elegimos marca tanto el tono como el mensaje que proyectamos.

  • Rojo: si tu color es el rojo, revelas intensidad, confianza y decisión. Una corbata roja no es para pasar desapercibido. Es para quien sabe lo que quiere y no le tiembla el pulso.
  • Azul marino: la serenidad, la profesionalidad y la fiabilidad son tu fuerte. El clásico por excelencia, la opción infalible cuando hay que transmitir equilibrio.
  • Verde botella o burdeos: aquí empiezan los matices. Quien elige estos tonos suele tener una sensibilidad estética más afinada, cierto gusto por lo no evidente.
  • Colores pastel o estampados florales: creatividad, frescura, un punto bohemio. ¿Un evento al aire libre o una cita informal? Son la elección del que sabe combinar libertad con elegancia.

Sobra decir que hay tantas intenciones como colores. ¿Qué buscas el equilibrio perfecto entre clasicismo y originalidad? La corbata verde esmeralda de seda con textura sería una opción más que avertada.

El nudo: más que una cuestión técnica

Podemos pasar años haciendo el mismo nudo de corbata sin pensarlo dos veces. Pero lo cierto es que la forma de anudar este accesorio también revela pistas sobre ti.

  • Nudo simple o Four-in-Hand: rápido, estrecho, versátil. Es el nudo del pragmático, del que no necesita artificios para destacar.
  • Nudo Windsor: amplio, simétrico, imponente. Quien lo lleva suele ser meticuloso, perfeccionista, alguien que presta atención al detalle.
  • Nudo doble o Príncipe Alberto: sofisticado con un punto dandy. Ideal para los que cuidan su imagen con mimo y disfrutan del ritual de vestirse.

Además, cómo colocas el nudo, si dejas el «dimple» (ese pequeño pliegue en el centro), o si lo ajustas al milímetro o con más soltura… son detalles que dicen mucho. ¿Eres de los que lleva la corbata impecable o prefieres ese punto deshecho y deliberadamente informal?

El estampado: entre la discreción y la osadía

No basta con decir que lo liso es sobrio y lo estampado es expresivo. El patrón que eliges también construye tu relato visual.

  • Corbatas lisas: elige una lisa y la atención va directa a tu rostro. Son el equivalente visual del “menos es más”. Ideales para primeras citas, entrevistas o eventos donde no quieres que la ropa te delate de más.
  • Rayas diagonales: el toque british. Denotan orden, tradición, incluso un punto institucional. Pero si combinas bien los colores, pueden modernizarse al instante.
  • Motivos pequeños (como micro lunares, puntos o pequeños emblemas): la definición de la discreta sofisticación. Detalles que solo se aprecian de cerca, son perfectos para quienes prefieren sorprender en segunda lectura.
  • Estampados atrevidos (paisleys, florales, abstractos): el que se siente cómodo con alguna de estas opciones, es porque se atreve con todo y no busca pasar desapercibido. Tiene una estética definida y no le teme a arriesgar.

Tu corbata: toda una declaración de intenciones

Tu estilo es tu forma de decir quién eres sin tener que hablar. Y la corbata, por su posición privilegiada en el look masculino, es uno de los elementos que más puede decir… o silenciar.

No importa si eres de nudo rápido y tonos neutros o de estampados atrevidos con mensajes entre líneas. Lo que importa es que lo lleves con convicción. Porque la elegancia no está en el qué, sino en el cómo.

Así que la próxima vez que abras el armario y escojas una corbata, piensa: “¿Qué busco transmitir hoy?”

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